miércoles, 23 de julio de 2008

LA CELESTINA


KSEC-ACT,para quien entienda japonés. Foto sacada de la página de Olmedo Clásico.

A la salida pregunto a una amiga que si le ha gustado y me río porque sin ningún género de dudas me contesta un rotundo: “¡NO!” No recuerdo bien la explicación porque a mi me sigue haciendo gracia lo tajante de la respuesta y enseguida nos separamos pero creo que no le gustó por demasiado gestual? Lo mismo me responden otra familia, demasiado….no sé, que será la forma de hacer teatro en su tierra, pero aquí, acostumbrados a lo estamos viendo estos días…que al principio no se enteraban de nada…


Anuncian que la función comenzará en un minuto, pero como si no acabáramos de creérnoslo seguimos hablando cuando se apagan todas las luces y se oyen los golpes en las columnas articuladas de bloques de madera que conforman los límites del escenario. Si alguien no supiera de donde es la compañía creo que la decoración le daría una buena pista. Una mesa larga y estrecha rodeada de sillas, junto al chasis de una cama metálica completan el decorado. El batir de unas maderas contra otras hace que unos nos callemos y otros llamen al silencio a los que aún no lo han hecho. Cesan los grandes golpes aunque se mantienen los balanceos de las maderas, simulando que el viento las mece y las golpea, las golpea y las mece. Comienzan a salir los personajes. Despacio, lentos. Pero lo que nos mantiene mudos y expectantes es su actitud. Parecen zombis. Muertos vivientes, esqueletos con piel que se mueven casi a golpes y tensos sus cuerpos, tensas sus caras, todas ellas muecas histriónicas, a cada cual más exagerada. Lento. Muy lento. Sorprendente silencio eterno, expectante. Se nos hacen de rogar. Sorprendente inicio con una voz de ultratumba, visceral, primero tenue y luego atronadora que casi te quita el resuello. Impactante. Impactante.

Los que estamos en las primeras filas nos recostamos, casi nos tumbamos, en nuestros asientos, porque los sobre títulos se pasan en el faldón del telón, casi en el techo, de tal manera que se aventura complicado seguir el texto y además a los actores. Los de la 1ª fila prácticamente imposible. Yo, que estaba en la 2ª por momentos a lo largo de la obra, creí que me quedaría el gesto de ojos vueltos del que tanto abuso hicieron los actores. Me quiero imaginar que de la 7ª para arriba mejoraría muchísimo. Vamos, de esos momentos en los que me he arrepentido de no aprender japonés en mis ratos libres….por cierto, sorprendente también el idioma, la velocidad que consiguen en esas interminables frases que parece que no se acaban nunca, la sonoridad contundente de los textos, la fuerza en su pronunciación…. No sé que tal lo oirían los del fondo, yo clara y estupendamente.Una cosa por otra.

Sorprendente también el diálogo entre Calisto y todos los demás a una. Un recurso que consiguió dar más énfasis a esta primera parte. Sorprendente la disposición de La Celestina en una silla de ruedas. Sorprendente la entrega de todos los actores, sobretodo a Calisto, quien “suda la camiseta” casi desde el primer momento. Sorprendentes los recursos musicales que para unos eran “para mantener despierto al personal” y que yo entendí como cambios de ritmo para apoyar las distintas etapas. Sorprendente la transformación de mesa en balancín erótico-festivo, que no sé yo si…me lo cayo, por prudencia.


De un lado uno que luchaba por aguantarse la risa del último secundario que no tenía otro papel más que forzar la cara en gestos imposibles, cruzando los ojos al límite en un gesto de dolor y amargura continuos, que bastante es. Al otro lado señoras que no hacían más que mirar el reloj y resollar impacientes por acabar y salir de allí. Delante los alumnos del curso de teatro que no perdían ojo, y detrás, a la sazón, entendidos del teatro, que ávidos por expresar su reconocimiento a la obra irrumpieron en aplausos antes de tiempo, en uno de los cortes musicales.

Si miraba al mencionado actor me daba la risa también, me solidarizaba con las señoras que no podían seguir el texto y que tanto gesto y tanta expresión junta les sobrepasaba,...

Pero ante todo disfruté. Disfruté con las actuaciones, fuertes, agotadoras, gestuales, expresivas, contundentes, Me pregunté porqué habían tenido que llegar los japoneses a mostrarnos ésta visión de la Celestina, en la que el amor es sufrimiento, dolor físico por no tener el cuerpo ansiado,...porqué esa valentía en no escatimar expresiones, saltos, brincos, rodaduras, desplomes,....cualquier cosa vale para mostrar el desgarro de la voluntad sometida a la esclavitud del deseo. Lejos de místicos amores, espirituales dolores del alma, ¿por qué lo llaman amor cuando quiere decir sexo? Y me respondí que porqué no. Si lo han hecho así de bien, porqué no.

Que para gustos lo colores, que yo no soy ninguna experta, y que el de atrás aunque lo sea, también tendrá su gusto. Aplausos muy fuertes, puestos en pié bastantes, y la primera vez que oigo bravos en éste festival. El primero el de atrás. Yo no lo dije pero me quedé con ganas.

En fin,que a mí me encantó. Disfruté mucho por lo innovador, por lo novedoso, por la fuerza que tiene, por la utilización del cuerpo entero en la expresión del sentimiento, por lo transgresora, y porque sí.... lo que me pregunto es, a la escucha de algunos comentarios posteriores, si la gente gerealmente aplaudimos porque nos gusta, por cortesía, o porque nos dejamos arrastrar por el resto del público, Comentarios y todo, creo que la genialidad de esta representación es no habernos dejado indiferentes a nadie. ¿estoy equivocada?


Muy bueno la revista ARTEZ, que ayer pudimos coger en la mesa de entrada. Todo Olmedo Clásico muy bien explicado.

Esta noche veremos "Quien lo probó lo sabe", versión de Mariano Moro, y con un único actor, Mariano Mazzei. Os enlazo opiniones del público, críticas y la noticia en El Norte.

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