Sábado 20
La
dama duende
Calderón de la Barca
Compañía: Miguel Narros
Versión: Pedro Víllora
Dirección: Miguel Narros
Lugar: Corrala PalacioCaballero de Olmedo
Precio: 14 euros
Duración: 110 minutos
Elenco
Don Manuel: Chema León
Cosme: Iván Hermes
Doña Ángela: Diana Palazón
Isabel: Mona Martínez
Don Luis: Marcial Álvarez
Don Juan: Emilio Gómez
Doña Beatriz: Eva Marciel
Clara: Paloma Montero
Rodrigo: Antonio Escribano
No había cumplido aún 30 años, y Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) ya era un autor reconocido cuando en 1629 estrena tres obras, Casa con dos puertas mala es de guardar, El príncipe constante y La dama duende, que señalan una madurez creativa que alcanzará su culminación apenas un año más tarde con La vida es sueño. La fecundidad del momento se aprecia no solo en la cantidad y calidad de sus creaciones, sino en la novedad de las mismas. Es el caso precisamente de La dama duende, en la que Calderón se aventura por un género iniciado por otros pero aún poco transitado por él: la comedia de capa y espada.
La
denominación no debe confundirnos: este texto es mucho más que un enredo
revestido de lances caballerescos, peleas y duelos. Es la historia de un engaño
de consecuencias amorosas, sí, pero, de la misma manera que su casi coetánea La vida es sueño es una reflexión en
torno al libre albedrío, La dama duende
es una indagación a propósito del azar. Doña Ángela es una viuda socorrida por
su hermano mayor, don Juan, que, gracias a un ardid, consigue entrar a
escondidas en el cuarto de invitados destinado a don Manuel, amigo de su
hermano. ¿Quién puede penetrar en un cuarto encerrado si no es un duende?, se
preguntan quienes solo encuentran explicaciones míticas a lo enigmático. ¿Qué
mejor ocasión que lo desconocido y acaso peligroso para demostrar valor?,
contrapondrá quien tiene madera de héroe. Calderón permite que sus personajes
crean que uno construye su propia suerte, pero poco a poco el azar va
manifestando su fortaleza y los acontecimientos se vuelven contra sus
protagonistas, revelando la naturaleza del engaño.
Como
siempre en sus mejores textos, Calderón engarza en La dama duende multitud de argumentos aún vigentes: de la decisión
de doña Ángela de escaparse a las obligaciones de su viudedad para frecuentar
la compañía de los hombres, lo que justifica y acentúa el clima erótico de
ciertas escenas, al ánimo corrupto del criado Cosme que lo lleva a cometer
pequeños latrocinios aparentemente disculpables. Este mundo de moral dudosa y
libertaria se enfrenta a la cómica rigidez del tercer hermano, don Luis, vigía
del decoro y la corrección, y eternamente frustrado en sus deseos vitales y
amorosos.
Esta
adaptación de La dama duende es
respetuosa con las ideas de mistificación, arrojo y comicidad que emanan de un
texto igualmente respetado, aunque reducido. Se ha preparado teniendo presentes
no solo la versión del estreno de 1629 publicada en Madrid en 1636, sino otra
publicada ese mismo año en Zaragoza y Valencia, mucho menos conocida, cuya
tercera y última jornada muestra notables variaciones.
Pedro
Víllora
COMENTARIO:
Hace ahora un mes que fallecía Miguel Narros, un peso
grande de la escena española del que podemos leer más en elpaís.com
y en elmundo.es
entre otros sitios, convirtiéndose éste que hemos visto hoy en su último y
delicioso montaje.
Muy divertido y a pesar de su longitud, entretenido y
fácil de ver, con un desarrollo rápido y ágil, Narros ha sabido extraer de la
visión más divertida de la comedia de
Calderón añadiendo gestos y modos que han sido la clave del éxito de esta adaptación
a mi modo de pensar. Lejos de limitarse a la simple interpretación de los textos
aunque sin salirse de ellos ha
conseguido sacar de los actores los suficientes recursos cómicos
para que la obra no decaiga en ningún momento, enriqueciéndola limpiamente, sin
recargantes estridencias. El trabajo actoral ha sido impecable en su conjunto, destacando,
por graciosos, Cosme y D. Luis, papeles interpretados por Iván Hermes y Marcial
Álvarez, sin quedarse a la zaga Isabel, Mona Martínez.
El vestuario y
la escenografía, así como los interlucios musicales, sencillos pero trabajados, bonitos y eficaces. Un clásico donde los haya que me ha gustado mucho ver.
Foto de Pío Baruque de la representación de anoche. Podeís ver el resto de las fotos en olmedo.es
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