sábado, 14 de junio de 2008

¡¡¡PRIMERA APORTACIÓN!!!

Hola a todos,

He incluido en los enlaces la página Aprende Olmedo y os la recomiendo. También incluye un blog, un noticiero de Olmedo,...

Hoy comienza Olmedo suena. También he visto carteles de música fusión que hacían el fin de semana pasado y éste en Almenara.

y el blog está de enhorabuena, Belén rompe el hielo en cuanto a aportaciones y me manda este "bello texto que leí en una revista universitaria, un homenaje al padre labrador, una loa al padre, a la madre tierra, a nuestra historia reciente."

Es estupendo que os animéis a participar. Muchas gracias, Belén


A MI PADRE, UN ARMUÑÉS MÁS


Estás pendiente del cielo, ya lo sé, lo leo en tus ojos y en esa arruga profunda de tu frente; las manos caídas, abiertas, implorantes, qué esperan? ¿qué piden?
Pendiente del cielo, y tú mirada no es dulce, es violenta primero y dulce después, la tristeza que te deja la impotencia.
Llora, ahora estás sólo y puedes, llora para no tener que llorar delante de nadie, llora porque tus lágrimas tal vez hagan fructificar la tierra en que caen, se conviertan en el agua que necesita, y surja el claro verde del trigo como una alfombra para tus pies.
Pero no me das pena, hombre, no, no es pena lo que me inspiras, es un sentimiento de pequeñez, de inutilidad, de saber que no puedo hacer nada por ti, porque no tengo palabras para convencerte.
Camina, arrástrate, qué más da, lo has hecho toda tú vida, y ya es tarde para cambiar, arrástrate por el surco, y fúndete con la tierra, porque ¿sabes? Ella puede comprenderte, pero los otros, la gente, no, no va a entender tu silencio, ni tus manos rotas y fuertes de manejar el arado, no va a saber porqué no eres feliz con el cielo azul y el sol como todo el mundo, no imaginarán siquiera la tragedia que te oprime la garganta, porque tú no la vas a decir, vas a callar como siempre…
No, labrador, no me das pena, te admiro porque tu espíritu orgulloso y sano sabe callar, y humillarse y esperar.
Suspira, por favor, déjame que camine y sonría a tu lado, aunque sepa tú tragedia; déjame que comparta contigo esa sed de agua, déjame que aprenda de ti la esperanza, déjame aprender a luchar, a seguir, aunque me den ganas de dejarlo todo.
Labrador, enséñame tu arte, el mío no vale nada, dame tu fe en el cielo, tu carácter primario, y tu sencillez.
Déjame sentarme en el surco a esperar el milagro contigo, déjame que aprenda a quemar mis horas despacio saboreando el triunfo o aceptando la derrota.
Déjame que crea que otra vez va a nacer el trigo, que otra vez volverá a oler a mies madura, que aletee en mis manos la esperanza de tener el grano dorado también este verano.
Déjame que entienda tu silencio, y tus ojos y tu vida, déjame que yo lo intente, porque ¿sabes? Ellos no tratarán siquiera de entenderte, pobre “paleto” perdido en tu campo.

A.G

(Publicado en la Revista Universitaria de Cultura NATURAL- MENTE, Salamanca, 1982).

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